Damián y

Damián y

Biografia

Damián de Molokai.
José de Veuster - el futuro P. Damián - nace en Tremelo, en Bélgica, el 3 de enero de 1840, de una familia numerosa de agricultores-comerciantes. Su hermano mayor había entrado en la Congregación de los Sagrados Corazones (llamada de Picpus a causa del nombre de la calle 'Picpus' en París, allí se encontraba la casa general).
Cuando su padre le predestina para que un día esté al frente del comercio familiar, José decide a hacerse religioso y comienza, a principios de 1859, su noviciado en Lovaina, en el convento de su hermano. Allí toma el nombre de Damián.En 1863, su hermano, debía partir a la misión de las Islas Hawaii, pero cae enfermo. Ya estaban listos todos los preparativos para el viaje. Damián obtiene del Superior General el permiso de sustituir a su hermano.
Desembarca en Honolulu el 19 de marzo de 1864 y allí mismo recibe el sacerdocio el 21 de mayo. Sin demora, se entrega en cuerpo y alma a la vida áspera de misionero en favor de los indígenas de Hawaii, la isla más grande del archipiélago.En aquellos días, para frenar la propagación de la lepra, el gobierno hawaiiano decide la deportación a Molokai - una isla cercana - de todos y todas cuantos estuviesen atacados por la enfermedad, en aquel entonces incurable. Su desdichada suerte preocupaba a toda la misión católica. El obispo Mons. Maigret habla de ella con sus sacerdotes. No quiere obligar a nadie ir allí en nombre de la obediencia, sabiendo que semejante orden es una condena a muerte. Se ofrecen cuatro misioneros: irán por turno a visitar y asistir a los leprosos desgraciados en su desamparo. Damián es el primero en partir: era el 10 de mayo de 1873. A petición personal y de los mismos leprosos, se queda definitivamente en Molokai.

Damián trae esperanza al infierno de la desesperación. Fue el consolador y animador de los leprosos, su pastor, médico de sus almas y de sus cuerpos, sin discriminación de raza o religión. Dio voz a los sin voz. Construyó una comunidad donde el gozo de estar juntos y la apertura al amor de Dios proporcionaba a sus miembros nuevas razones de vida.

Después de contraer la enfermedad - en 1885 -, pudo identificarse completamente con ellos: "Nosotros los leprosos". El P. Damián fue ante todo un testimonio del amor de Dios por los hombres. Sacaba fuerzas de la Eucaristía, de la presencia de Dios" Al pie del altar podemos encontrar la fuerza necesaria en nuestra soledad...". Allí encontraba para él mismo y para los demás apoyo y estímulo, consuelo y esperanza que comunicaba a los leprosos con fe inquebrantable. Por eso pudo sentirse "el misionero más feliz del mundo".

Murió el 15 de Abril de 1889. Sus despojos mortales fueron trasladados en 1936 a Bélgica y enterrados en la cripta de la iglesia de la Congregación de los Sagrados Corazones (Picpus) en Lovaina. Su fama se extendió a través del mundo entero. En 1938 se introdujo el primer proceso de beatificación en Malinas (Bélgica). El Papa Pablo VI firmó el 7 de julio de 1977 el Decreto sobre "La heroicidad de sus virtudes".Al beatificar al P. Damián el 4 de junio de 1995 la Iglesia lo propone como ejemplo a todos los que encuentran en el Evangelio el sentido de sus vidas y que desean llevar la Buena Noticia a los más pobres de nuestros tiempos. Canonización 11 de octubre de 2009.

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Conoce la Vida de Damián en sus escritos

25-12-1858
(a sus padres, desde Braine-le-Comte)
"No creáis, queridos padres, que el abrazar este santo estado se debe a querer hacer mi propia voluntad, yo os aseguro que la Divina Providencia lo quiere...".
"Sabéis, queridos padres, que todos debemos elegir el estado para el cual Dios nos ha predestinado para ser eternamente felices. He ahí por qué no os podéis afligir a causa de mi vocación....".
"¡Oh!, queridos padres, la esperanza de encontrar muy pronto en la gloria, no solamente a Meke (abuela), Genie (su hermana Eugenia) y a tantos otros fieles amigos que nos han marcado el camino, y también a todos y a toda la familia de la que yo he hecho un sacrificio al Señor, me anima en mis abatimientos, me da fuerza en mis trabajos y me hace suspirar a cada instante por el momento en el que mi alma, separada del cuerpo, podrá ir a reunirse con los coros de los Santos, para allá cantar, junto con ellos y con todos vosotros, los cánticos celestes que durante toda la eternidad no cesarán jamás".
25-4-1861
(a sus padres desde París)
"La llegada de uno de nuestros obispos misioneros nos ha dado la ocasión de poder celebrar en nuestra capilla la Misa Pontifical... Creo que dentro de poco este celoso misionero va a volverse a Oceanía a su Misión. Probablemente se llevará algunos de entre nosotros con él. ¿No os gustaría que fuese yo uno de ellos...?
Agosto 1861
(a sus padres desde París)
"La experiencia que tengo de la Misericordia divina me hace esperar que, con la gracia de Dios, usted lo podrá cumplir fácilmente, e incluso si lo hace de buena voluntad, encontrará en ello más gozo y más alegría, que cuanta haya podido encontrar hasta ahora en los negocios de este mundo, a los que ha dedicado toda su vida....?

30-10-1863
(a sus padres desde el Puerto de Brème)
"Después de tres días de Ejercicios Espirituales en París, dejamos la casa madre con valor verdaderamente apostólico... Es un sacrificio grande para un corazón que ama tiernamente a sus padres, a su familia, a sus hermanos y a este país que lo ha visto nacer. Pero la voz que nos ha invitado, que nos llama a hacer generosamente esta ofrenda de todo lo que tenemos, es la voz misma de Dios. Es nuestro Salvador mismo, el que nos dice como a sus primeros apóstoles: 'Id y enseñad a todas las naciones, enseñándole a observar todos mis mandamientos. Yo estaré con vosotros hasta el fin de los siglos'...".
"Yo estaré con vosotros hasta el fin de los siglos". Estas palabras de nuestro Divino Salvador, son para nosotros muy consoladoras. Jesucristo está de una manera particular con los misioneros. Es Él quien dirige todos sus pasos, quien los preserva de todo peligro; es Él quien manda al viento calmarse, al mar serenarse, a las fieras huir, a los enemigos del alma, el demonio, el mundo y la carne, dejarnos en paz. Es Él quien en medio de las tribulaciones, penas y contradicciones, nos hará gozar de un reposo. El hombre, que nunca ha hecho la experiencia de ello, no puede hacerse una idea de las gracias destinadas al misionero. Son tan grandes que las mayores dificultades y apuros no le turban más.
"Ella (la presencia del Señor) se siente, pues, ya en medio de nosotros, lanzados en medio de un mar agitado; no solamente no sentimos miedo, como a menudo sucede a los navegantes, sino que sentimos una alegría inconcebible cuando estamos una media hora juntos: nos cansamos de reír y de hacer bromas".
"No tengáis la menor inquietud sobre nuestra suerte. Estamos en las manos de Dios, de Dios todopoderoso, que nos ha tomado bajo su protección. Mirad, lo que os pido es que recéis a menudo para que nos dé una feliz travesía y el valor de cumplir en todo, por doquier y siempre, su santa voluntad; en ello está toda nuestra vida... Es esta voluntad la que se nos muestra en el Evangelio como el camino, estrecho pero dulce, que conduce al cielo...".
"Adiós, queridos padres. En lo sucesivo no tendremos más el gozo de abrazarnos, pero quedaremos unidos por el tierno amor y cariño que nos anima a los unos para con los otros. En nuestras oraciones, sobretodo, pensemos a menudo los unos en los otros y unámonos siempre en los Sagrados Corazones de Jesús y de María, en los que yo quedo siempre vuestro hijo amado".
"Mis queridos padres, en reconocimiento de todo el bien que habéis hecho por mí, os envío una fotografía mía con marco, que encontraréis en nuestra casa de Lovaina".
"Tened la bondad de rezar cada noche un rosario por los misioneros. Adiós, queridos padres, adiós... Vivid siempre como cristianos fervorosos. Caminad siempre por el buen camino. Es mi último deseo. Que el cielo bendiga vuestra ancianidad y que la Santísima Virgen os conceda la gracia de una santa muerte y de una eternidad feliz; esto es lo que yo pediré todos los días para vosotros. Adiós, os abrazo con cariño".
22-3-1864
(a sus padres desde Honolulu)
"A pesar de los vientos impetuosos y de las grandes tempestades, que a menudo nos han amenazado, desembarcamos sanos y salvos en el puerto de Honolulú, el 19 de marzo. En parte, gracias a vuestras fervientes oraciones, queridos padres, hemos tenido una travesía feliz, pues os aseguro que la Divina Providencia nos ha protegido visiblemente durante todo nuestro viaje. Varias veces, sobre todo en los lugares peligrosos, hemos sentido la protección de nuestro Divino Salvador, que ha prometido estar siempre con sus apóstoles y misioneros hasta el fin de los tiempos".
" El 2 de febrero, fiesta de la Purificación, la Virgen María vino en nuestra ayuda, cambió el viento y después avanzamos a grande velocidad todo derecho hacia las islas Sandwich...".
"Me queda pediros que roguéis mucho por mí, pues seré ordenado sacerdote dentro de poco, e iré a habitar en medio de un pueblo no civilizado e incrédulo; comprenderéis fácilmente que para ello necesito grandes gracias".

"Pedid por mi todos los días a Dios que pueda perseverar siempre en su santo servicio, que sea un buen misionero y que después de haber trabajado por largo tiempo en la viña del Señor, pueda, en vuestra compañía, ir a contemplarlo para siempre".

"Recuerda las emociones vividas el día que tuviste el honor de subir por primera vez al altar para inmolar la Víctima Santa de nuestra Salvación. Lo mismo fue para mí, con la diferencia de que tu te encontrabas rodeado de padres y hermanos, formados durante mucho tiempo en la religión, mientras que los míos eran todos nuevos cristianos, llegados de todas las partes para ver a sus nuevos padres espirituales, por los que ellos habían suspirado tanto para que viniesen a defenderlos contra los lobos, que les persiguen por todas las partes...".
"Además, si mi corazón no hubiese sido tan duro como lo es, me parece que se habría fundido como la cera, pues tan fuerte fue la emoción que tuve al dar por primera vez el Pan de Vida a un centenar de personas, muchas de los cuales se habrían quizás arrodillado anteriormente ante sus antiguos dioses, y ahora, vestidos de blanco, se acercaban con tanta modestia al Altar...".
23-8-1864
(a su hermano Pánfilo desde Hawai)
"Generalmente admiten de buena fe que los calvinistas y los católicos son los dos buenos, idea que a menudo es difícil quitársela. Si Dios nos enviase aquí un sacerdote como el buen Cura de Ars, pronto habrían desaparecido las ovejas descarriadas.. Sobre todo en medio de los volcanes de Puna es donde yo debería tener siempre este amor puro de Dios, ese celo ardiente en el que J. M. Vianney, cura de Ars, ardía por la salvación de las almas durante su vida...".
"¡Oh, mi querido hermano!, te suplico, tanto por mí como por mis pobres ovejas, reza y haz que recen por nosotros, para que nuestro divino Salvador se digne encender en nuestros corazones ese fuego que Él vino a traer a la tierra y que tanto desea que arda...".
"Si tú pudieses contribuir a que este fuego se encendiera en el corazón del pastor, ¡ay, tan frío a veces!, ¡cuántos enfermos y ancianos iría a buscar para hacerlos renacer en el agua y el Santo Espíritu, antes de que se vayan al otro mundo! ¡cuántos niños y personas ignorantes arrancaría de las manos de los ministros heréticos! y para todos esos nuevos bautizados, querido hermano, si a su vez tu pudieses contribuir a que este fuego divino se encendiera en sus corazones, ¡qué de frutos de salvación y de santidad harías madurar para el cielo!...".
"Sí, haz rezar por todas partes por tu hermano, lanzado sobre las playas lejanas de Oceanía a la búsqueda de ovejas perdidas, para que él mismo no sucumba a tantas tentaciones como le rodean, y para que la unción de la gracia, acompañando a sus palabras, pueda hacer que entre gran número de ovejas perdidas en el redil de la Iglesia católica y así conducirlas a la patria celestial...".
"El día de nuestra separación, cuando nos despedimos por última vez en esta tierra, fue muy penoso par mí. Jamás olvidaré, queridos padres, lo que ocurrió en mi corazón, cuando os apretaba entre mis brazos por última vez. El sacrificio sin duda era grande, tanto por vuestra parte como por la mía, pero como lo hicimos únicamente para la mayor gloria de Dios y la salvación, quizá, de un gran número de almas sumergidas en la impiedad y en la herejía, ¡sintámonos felices, queridos padres!. No nos arrepintamos jamás de nuestra separación sobre esta tierra de exilio. Al contrario, bendigamos la gran bondad de Dios, por haberse dignado escoger uno, y quizás dos de vuestros hijos, para la grande obra apostólica de la conversión de los infieles".
"Desde los primeros días, después de mi llegada a las islas Sandwich, me puse a aprender la lengua del país con más empeño todavía del que en otro tiempo puse en el estudio del francés, latín e inglés. Hoy día estoy al corriente, gracias a la ayuda del Espíritu Santo que, como en otros tiempos a los apóstoles, concede también sus dones a los que trabajan por la misma causa (la propagación del Evangelio); predico y confieso actualmente en lengua canaca como nuestro párroco en flamenco".
"Heme aquí sacerdote, heme aquí pues misionero. Heme aquí puesto en un país corrompido, idólatra. ¡Qué grandes son mis obligaciones como sacerdote! ¡Qué grande debe ser mi celo como misionero! ¡Qué pureza de costumbres y qué rectitud de juicio debo tener! ¡Ay!, queridos padres, ¿quién soy yo, que en mi infancia os he causado tanta pena con mi vida libre, que no he cumplido como debía mis obligaciones de simple cristiano?, ¿cómo las cumpliré como sacerdote misionero? No olviden a este pobre sacerdote, corriendo día y noche por los volcanes de Sandwich a la búsqueda de las ovejas extraviadas. Rezad día y noche por mí, os lo suplico. Que recen también los otros, pues si Dios me retirase por un momento su gracia, me vería al instante sumergido en el mismo vicio del que quiero sacar a los otros. Pedid pues todos los días en vuestras fervientes oraciones la gracia de la perseverancia para mí, que estoy rodeado por tantos peligros. Si el Señor está conmigo, nada tengo que temer y todo lo podré (como San Pablo) en Aquel que me conforta...".
"Si el Señor está conmigo nada tengo que temer y podré todo, como San Pablo, en Aquel que me conforta... Adiós, queridos padres, separados corporalmente, unámonos a menudo en el espíritu, sobre todo en la oración; no tengan la menor inquietud por mí, pues cuando se sirve a Dios se es siempre feliz".
23-10-1864
(al Superior Provincial)
"Estoy ciertamente en situaciones difíciles, sobre todo en relación a las iglesias, pero... son los corazones los que deben ser ganados en primer lugar para Dios y cambiados en templos espirituales, después la construcción y el adorno material de los templos llegará por sí mismo. Esta conversión de los corazones será realidad pronto en los habitantes de Puna, si Dios se digna convertir primero el corazón de su pastor como El convirtió el corazón de...; pero ¡ay! rece, reverendo padre, para que el hermano Damián se dé todo a Dios y se entregue a su servicio hasta su último suspiro. El haber comenzado no es nada, perseverar es lo difícil. Es únicamente de la gracia de Dios de la que debo esperar esta perseverancia. Esta gracia no me faltará, estoy seguro, siempre que yo no me oponga. Rece y haga rezar por mí, reverendo padre. Yo, por mi parte, haré todo lo que dependa de mí".
1-11-1864
(al Superior General)
"Aquí, en lugar de ser dirigido, hay que dirigir a los demás, pero lo que a menudo resulta más difícil es conservar, en medio de mil preocupaciones y miserias, el espíritu de recogimiento y de oración...".
"¡Cómo temblaba al subir por primera vez al altar!, ¡qué emoción al mandar por primera vez al Verbo Eterno descender entre mis manos! ¡qué de sentimientos sobrenaturales y extraños hasta entonces para mí, al distribuir el Pan de Vida en mi primera Misa a 150 ó 200 personas, de las que un gran número se habrían, quizá, postrado a menudo delante de sus antiguos ídolos, y que ahora, todos vestidos de blanco, se acercaban con tanta modestia y respeto a la santa Mesa...!".
"¡Cuántas ovejas extraviadas hay en mi distrito, muy Rev. Padre! Solo un pequeño número ha entrado en el redil. Si nuestro Buen Pastor se dignara dar a su indigno ministro aquel celo ardiente de San Francisco Javier, o del Santo Cura de Ars, ¡cuánta gente habría para bautizar, cuántos ignorantes para instruir, cuántos pecadores para sacarlos del fango del vicio! Rece, muy Rev. Padre, y haga que recen, por favor, por el pueblo de Puna y por su débil pastor. Pues si Dios no convierte los corazones, aunque haga el misionero todo lo que pueda, todos sus esfuerzos serán inútiles. No somos más que instrumentos en las manos de Dios. Amo mucho considerarme como tal y actuar en consecuencia. ¡Cuántas veces durante estos tres últimos meses, he estado conducido por no sé quien a pequeñas cabañas, separadas del camino, para asistir a algún anciano o a algún enfermo antes de morir!..".
" Me encuentro muy feliz aquí; y aunque hay mucha pobreza y miseria, Dios bondadoso se digna darme también consuelos, que yo nunca me había esperado...".
Marzo 1865
(a su hermano el P. Pánfilo)
"(Para visitar mi distrito, enormemente grande) montando un buen caballo me confío a la divina Providencia, y pido a mi ángel de la guarda que sea mi guía como lo hizo en otro tiempo con Tobías...".
"Es precisamente en los lugares pobres y abandonados de este tipo, donde Dios me proporciona siempre los mayores consuelos...".
"Con todo esto que te he escrito, puedes juzgar sobre mis ocupaciones exteriores. Como puedes ver, no tengo tiempo para aburrirme. En cuanto al bien que de ello resulte para el bien y la salvación de las almas, es al Maestro de la viña a quien toca hacer que crezca, el misionero no es más que un simple obrero al que toca plantar y regar. A veces crece, otras veces no, pero lo que sé es que si no se planta no crecerá nada, a no ser zarzas y espinas...".
"No tenemos aquí gran número de celosos misioneros, buenos obreros. Si tú, querido hermano, no puedes venir a ayudarnos prepáranos tus buenos novicios, ejercítales bien, tanto en los ejercicios corporales como espirituales. Saca de ellos buenos religiosos, muy sólidos en todas las virtudes. Enséñales sobre todo a compartir las penas de los pobres pecadores, bien sea con oraciones continuas, bien con exhortaciones oportunas".
Marzo 1865
(a los Padres Wenceslao y Caprasio)
"Y ustedes, queridos Padres de Lovaina, a quienes debo mi educación religiosa, que me han conducido con tanta paciencia por los senderos difíciles de la vida apostólica, no olviden al pobre Hno. Damián. Recen, y hagan rezar también a los demás, todos los días por mí, pues como saben soy joven, tengo mis flaquezas, en cada momento estoy expuesto a caer en las trampas de la serpiente infernal. Solamente la gracia puede sostenerme en esta guerra continua a la que me he entregado contra el diablo y sus partidarios (los herejes)...".
"Sí, queridos Padres, recen todos los días por mi perseverancia, pues de la perseverancia de un misionero depende la salvación de muchas almas. Recen también por mis queridos neófitos, pues ellos también tienen su dificultad para perseverar. Por mi parte, estén ciertos que jamás olvidaré todo el bien que me han hecho...".
Marzo 1865
(a los estudiantes y novicios)
"Vosotros, mis queridos hermanos, acordaos a menudo del hermano Damián, rezad por él. Que cuanto os he escrito no os asuste. Nuestro Divino Salvador está con sus misioneros. Venid, pues, a trabajar a su viña, pues es muy grande la necesidad de obreros. Cuántos pobres en esta isla os esperan y extienden sus brazos para que vengáis a bautizarlos y a instruirlos. Sed primeramente buenos religiosos y seréis, así lo espero, buenos misioneros".
Marzo 1865
(a sus padres desde las Islas Sandwich)
"Me siento feliz cada vez que tengo ocasión de darles noticias mías. Sabrán, pues, mis queridos padres, que en medio del gran Océano Pacífico, en una isla de 150 leguas de circunferencia, tienen un hijo que los ama, un sacerdote que reza todos los días por ustedes, y un misionero que pasa sus días buscando las ovejas perdidas de nuestro Divino Salvador. Hay aquí muchas cruces y miserias, queridos padres, sin embargo me considero muy feliz".
"Mis pobres insulares se sienten muy felices cuando ven llegar a Kamiano y a mí. Yo, por mi parte, los quiero mucho; quisiera dar muy a gusto mi vida por ellos, como nuestro Divino Salvador. No me reservo cuando se trata de ir a visitar enfermos, etc., a 7 u 8 leguas de distancia".
23-10-1865
(al P. Eutimio Rouchouze)
"Rece y haga que recen por mí, joven misionero de 25 años, para que Dios me preserve de la corrupción del mundo y de la carne y persevere hasta mi último suspiro defendiendo la causa de nuestro divino Salvador y de su esposa la Santa Iglesia romana. Su muy humilde y obediente servidor en los Sagrados Corazones..."
24-10-1865
(a sus padres)
"En un mes levanto una capilla, siempre que la caridad me ayude para comprar lo necesario. Cada una costará más de 1.500 fr. y no tengo todavía más que 200 fr. en caja. La Divina Providencia me ayudará en este trabajo, pues lo hago solamente por Dios...".
"En lo que a mí se refiere, amo mucho a mis pobres canacas, a causa de su simplicidad y hago todo lo que puedo por ellos. Por su parte también ellos me aman como los niños aman a sus padres. Gracias a este amor mutuo espero convertirlos a Dios. Pues si ellos aman al sacerdote, amarán fácilmente a Nuestro Señor, del cual el sacerdote es su ministro".
"Aun cuando estoy totalmente separado de mis hermanos y tengo que hacer 40 ó 50 leguas para ir a confesarme, me siento muy feliz en medio de mis cristianos, a los que llamo mis hermanos (Hoahanan)".
20-12-1866
(al P. Eutimio Rouchouze)
"En cuanto a mí personalmente, tengo el consuelo de decirle que la Divina Providencia me ha protegido siempre en medio de mis correrías, a menudo muy numerosas, tanto por mar como por tierra. Disfruto siempre de muy buena salud. Me parece que ahora estoy enteramente adaptado a la vida misionera en cuanto a lo corporal. Desgraciadamente la vida espiritual parece evaporarse bajo la influencia continua del mal ejemplo y de las dificultades a las que estamos expuestos...".


20-12-1866
(a su hermano el P. Pánfilo)
"¿Cómo llegar a tantas necesidades espirituales y materiales estando solo? ¿Dónde voy a encontrar el dinero para los materiales? ¿quién la va a construir? Me abandono siempre a la divina Providencia. La Virgen María, así como San José, me proporcionarán lo necesario...".
"Como por un lado este puesto es enteramente anormal para la residencia de un solo sacerdote, y por otro lado, el sagrado ministerio pide que se resida aquí, le pido humildemente, muy Rev. Padre, tener en consideración la petición que le hice el año pasado, siempre que las circunstancias se lo permitan. Esperando con resignación que otro sacerdote venga a ayudarme, intentaré hacer todo lo que pueda para mantenerme en el buen camino y de cuidar el rebaño del Señor lo mejor que pueda. Consciente de que Dios no me pide lo imposible me lanzo con decisión a todo sin turbarme... Pida, por favor, a Dios Padre, que se digne confirmarme en gracia como en otro tiempo a los Apóstoles, entonces no habrá peligro. ¡Ah!, soy un pobre miserable, pues todos los días me apercibo de que el hombre animal querría dominarme...".
"Al acabar esta carta, ya demasiado larga, permítame, Rvmo. Padre, renovar en vuestras manos mis tres votos religiosos de Pobreza, Castidad y Obediencia, y quede bien persuadido de que con la gracia de Dios, trataré de ser siempre un verdadero hijo de la Congregación de los Sagrados Corazones. Rece, y haga rezar, por favor, por vuestro muy humilde y obediente servidor...".
22-12-1866
(a su hermano Pánfilo)
"Mi querido hermano, si tú no puedes venir, prepáranos jóvenes robustos, de corazón virtuoso, caritativos e intrépidos, que a su vez continúen aquí la obra de la salvación de las almas, pues, si ahora no podemos hacer frente a las actuales necesidades, ¿qué será cuando el Señor haya llamado algunos de entre nosotros a la otra vida? Si nosotros, pobres misioneros, no podemos tener en esta vida descanso, espero tendremos al menos algunas horas de descanso, para prepararnos a la terrible hora de la muerte, entre los brazos de un joven misionero que tú formarás para más tarde". PV
"Ayer tuvimos aquí una bonita fiesta. La Misa de Navidad comenzó a las dos. Mucha iluminación con velas que yo mismo fabriqué... Inspirándome en los tres Evangelios, en este día prediqué: por la mañana sobre 'Jesús Hombre', en la Misa Mayor, sobre 'su divinidad'. Les he animado a imitar a Jesucristo en su humildad, su pobreza y su amor".
"He tenido también el consuelo de regenerar en el agua del Bautismo ocho catecúmenos adultos. Así es, querido hermano, cómo el misionero en medio de tantas privaciones encuentra también algunos consuelos de los que uno no se puede hacer idea".
"Querido hermano, al terminar esta larga carta ¿qué te diré para expresarte el afecto de mi corazón? ¿dónde están esos tiempos felices que vivimos juntos bajo la tutela de nuestros padres y superiores? ¿y cuando íbamos juntos a la escuela de Werchter y a la universidad de Lovaina? Ha pasado ya el tiempo feliz de la infancia y de la juventud. Estamos en la edad adulta, llamados por Dios a trabajar en la viña del Señor. Tú, sacerdote en Europa, yo en las islas Sandwich. No importa, marchemos derechos en nuestra noble carrera, consolando por doquier a los infelices, instruyendo a los ignorantes convirtiendo a los pecadores. Mientras celebramos el Santo Misterio de la misa, tratemos de unirnos todos los días en Jesús y recemos el uno por el otro...".



15-1-1867
(a sus padres)
"Vean, pues, que Dios no nos abandona nunca, ni en lo temporal ni en lo espiritual. Tengamos, pues, siempre confianza en Él. La santísima Virgen María nos protegerá también en todos los peligros si vivimos siempre como fervientes cristianos. Recemos siempre unos por otros para obtener la gracia de reunirnos de nuevo con Dios en el Cielo...".
Octubre 1867
(a su hermano Pánfilo)
"También me fui contigo a Flandes y comparé tus viajes deliciosos con los penosos y duros viajes del misionero, sin envidiarte en nada. ¡Ay, cómo todas las alegrías de este mundo enseguida se cambian en dolor! Mira, algunas semanas después oigo que el R. P. Amando se había ya presentado ante el Tribunal Supremo, en el momento en que yo recibí tu carta en la que me comunicabas su promoción al sacerdocio (Den arme jongen). Su rápida muerte me ha afectado particularmente. ¡Un día pasaremos también nosotros por ahí! Por tu nombramiento al noviciado de Issy, no sé si debo felicitarte o no! ¡Qué impenetrables son los designios de la Providencia! En vez de ser un pobre misionero entre los infieles, hete aquí elevado en dignidad. Lo mejor es decir continuamente "Fiat" con mucha resignación. La voluntad de Dios ante todo. Por todas partes se puede hacer el bien. Te felicito por estar con el buen P. Filiberto, quien, a pesar de tantos títulos, tendrá siempre un cariño particular en mi corazón...".
"Un misionero no se debe desalentar, por el poco éxito, al contrario, aunque nos pese debemos llevar la cruz de Jesucristo, no delante de Él, sino detrás de Él, como Simón el Cirineo, hasta la cima del Calvario...".
" He nombrado gran Limosnero a San José. Así espero que este grande santo desempeñará bien su misión procurándome lo necesario (quod sufficit)...".
Octubre 1867
(a sus padres, desde Kohala, Hawai)
"Padre, hace bien en retirarse un poco de las ocupaciones terrestres para cuidar en su ancianidad de la vida futura, meditando a menudo sobre la brevedad del tiempo y la duración de la eternidad. Es este gran pensamiento el que ha conducido a la mitad de sus hijos al convento. Es éste también el motivo por el que me dedico cada vez más al servicio de Dios, consciente de que el hombre no encuentra el verdadero gozo más que sirviendo a Dios durante el poco tiempo de esta vida. Así pues, querido padre, y usted también, querida madre, trabajemos juntos para poseer en el otro mundo la vida eterna...".
"¡Bendito sea Dios! pues yo sigo siempre estando feliz y con buena salud en la misión donde me ha puesto el Señor. En cuanto a mí, no carezco de nada. Recibo mi ropa de París. Nuestro Señor cuida de sus misioneros de una manera especial. La semana pasada la divina Providencia mostró estar de mi parte. Llegado un navío europeo, cada sacerdote recibe provisiones. Nuestro Superior me mandaba en un pequeño barco de aquí lo que necesitaba. En el momento en que este barco llegaba a mi parroquia se incendió y en un instante se quemó todo. El navío estaba cargado con toda clase de preciosas mercancías y nada se salvó, a excepción de los vestidos religiosos de Damián".
Octubre 1868 al 11 Enero 1869
(a los Padres de Lovaina)
"Preparar jóvenes a la vida apostólica es una misión muy noble, pues tal como tú los formarás durante su noviciado, así serán en la misión. Lo sé por experiencia y muchas veces me he felicitado por haber pasado por las pruebas del noviciado de Lovaina. También, si la necesidad lo requiere, sé quitarme la sotana para ponerme a trabajar en la construcción de capillas".
Septiembre 1870
(al P. Marcelino Bousquet, Superior General)
"Su muy amable carta circular, del 8 de abril, me ha venido a sacar del estado de pena en el que me encontraba después de la muerte de nuestro muy querido Padre Eutimio. Sea, muy reverendísimo Padre, el nuevo Padre bendito de los hijos de los Sagrados Corazones. Que Dios le colme cada vez más del espíritu de fortaleza y de prudencia para que pueda conducirnos, con fortaleza y dulzura por los senderos de la vida perfecta. Dígnese aceptar, por favor, entre sus hijos queridos, a un pobre misionero, perdido por así decirlo, en un rincón de la gran isla del Océano Pacífico…".
"Igualmente me encantaría conocer algunos detalles sobre nuestra querida Congregación, pero perdone mi curiosidad, no quiero que usted se moleste en absoluto por mí.".
22-9-1870
(a su hermano el P. Pánfilo, desde Kohala, Hawai)
"Tenemos el consuelo de vernos todos los meses para confesarnos y consolarnos mutuamente. Aunque el misionero siente de una manera particular la asistencia de Dios, sin embargo el corazón pide esta especie de asistencia exterior de un hermano para hacer desaparecer ideas negras que engendra el contacto cotidiano con el mundo corrompido. Además durante los días que estamos juntos nuestros pulmones se dilatan con tanta alegría. Después de todo esto nos sentimos más fuertes para dedicarnos de nuevo a nuestro santo ministerio…".
14-7-1872
(a su hermano el P. Pánfilo, desde Kohala, Hawai)
"Cuanto más cansado me siento el domingo por la tarde, tanto más feliz me hallo, sobre todo si alguna oveja perdida ha querido entrar en el redil del Señor. La tarde del domingo la empleo bien en confesar, bien en dar clases de teología canaca… Este año espero poder aplicarme un poco más a la visita de los enfermos, al estudio, si la Providencia no me envía otras ocupaciones. ¡Ay! ¿Qué es la vida del misionero sino pena y miseria? Todo el tiempo trabajando como Marta y poco tiempo para estar al pie del Salvador, como María Magdalena. Felices los misioneros que no tienen que ocuparse más que del ministerio. Aquí nosotros tenemos también que ocuparnos de lo material de la misión, que dificulta mucho".
"Yo me debo a toda la población de mi distrito como San Pablo: 'Graecis et Barbaris, sapientibus et insipientibus debitor sum'. ¡Ay, ojalá pueda decir a la hora de mi muerte como ese Santo Obispo, que no tenía más que 17 herejes, tantos como cristianos había encontrado al llegar? Por desgracia, hasta hoy todavía la herejía domina en mi parroquia, que cuenta con más de 3.000 personas. En lugar de un flojo y vicioso, como soy yo, se necesitaría un santo y celoso sacerdote para aquí, y todo iría bien. Por ello reza sobre todo, por mi propia conversión...".
14-7-1872
(a su hermana Paulina, desde Kohala, Hawai)
"En general tengo muchas dificultades y pocos consuelos. Solo, por gracia de Dios, encuentro dulce y ligero el peso que nuestro buen Maestro ha querido poner sobre mis espaldas...?".
"Cuando me llega alguna enfermedad me alegro porque se aproxima mi fin. Me encuentro enteramente resignado y contento con lo que tengo, y feliz si la perseverancia corona mis trabajos. Pongámonos en las manos de Dios como instrumentos en las manos del obrero. En la vida o en la muerte seamos siempre de Jesús".
Julio 1872
(a sus padres desde Kohala, Hawai)
" En cuanto a mí, Dios sea bendito, estoy siempre igual, con muy buena salud y muy contento en medio de mis canacas...".
12-5-1873
(al P. Modesto, desde Kalawao. Molokai)
"Usted conoce mi disponibilidad: Quiero sacrificarme por los pobres leprosos. Aquí la mies parece estar madura. Rece y haga rezar por mí y por todos nosotros".
20-5-1873
(Al P. Modesto desde Kalawao)
" Si tiene muchas intenciones de Misas, envíeme unas pocas. Si no tiene demasiadas déjeme mis intenciones libres para estos pobres infelices. ¡Qué de moribundos! ¡Qué de miseria! Diga, por favor, a la Superiora que pido oraciones particulares a toda la comunidad para la conversión de los pobres leprosos y de toda la isla de Molokai. Que la Santísima Virgen se digne atraer a todos a los brazos de su Divino Hijo. Toda la repugnancia hacia los leprosos ha desaparecido. Sin embargo tomo gran precaución…".
Agosto 1873
(al P. Marcelino Bousquet desde la Leprosería de Molokai)
"La Divina Providencia que tiene compasión de los desgraciados, se ha dignado mirar a su indigno siervo para cuidar espiritualmente de un famoso hospital de leprosos que nuestro gobierno ha tenido que crear, para preservar del contagio a todo el archipiélago. Es, pues, en mi condición de Párroco de una parroquia excepcional de 800 leprosos, cuya mitad es casi toda católica, que me tomo la libertad de dirigirle estas líneas".
"Varios de nuestros queridos cristianos de Kohala también vinieron. No puedo atribuir más que a la voz del buen Dios, un presentimiento inequívoco de que pronto me reuniría con ellos en la leprosería. Sin embargo, 8 años de servicio, entre cristianos a los que se quiere y por los que se es querido, han hecho brotar profundas raíces de un cariño mutuo. Una simple broma diciendo que yo iría pronto a Molokai, los emocionó. En fin, al salir de Kohala, para ir a la bendición de la bonita iglesia del P. Leonor, en el momento en que montaba a caballo, oí una voz interior que me decía que no vería más a mis queridos cristianos y a mis 4 bellas capillas. Llorando, eché una última mirada hacia mi querida cristiandad de Kohala".
"Durante la bonita fiesta de Wailuku, de la que los Padres probablemente le habrán hablado, su Excelencia manifestó su deseo de que alguno de nosotros fuese a visitar la isla de Molokai. Yo vi claramente la realización del proyecto de la Providencia. El sábado siguiente, en lugar de volver a Kohala, el barco me dejó en la leprosería. Su Excelencia me acompañó, pero según su intención, esto no era más que por dos o tres semanas…".
"Una petición de no sé cuántos leprosos pidiendo a su Excelencia que me dejara definitivamente con ellos, y otras razones graves más, le determinaron, con el consentimiento del R. P. Modesto, a dejarme definitivamente en Molokai. ¡Adiós, pues, querido Kohala...!.
"Heme aquí, pues, mi muy Reverendo Padre, en medio de mis queridos leprosos. Son muy horribles a la vista, pero tienen un alma redimida con el precio de la Sangre preciosa de nuestro divino Salvador. El mismo con su divino Amor consoló a los leprosos. Si yo no puedo curarlos como Él, al menos puedo consolarlos, y por el santo ministerio, que por su bondad Él me ha confiado, espero que muchos de entre ellos, purificados de la lepra del alma, vayan a presentarse delante de su tribunal en estado de entrar en la sociedad de los bienaventurados".
"El olor infecto que exhalan sus cuerpos y sus heridas, exigiría sobre todo una iglesia grande para hacer el servicio menos penoso. Algunas veces me fue difícil resistir durante la Santa misa y sermón. Es justo el 'jam foetet' de San Lázaro, pero en fin, nuestro Señor soportó eso, yo puedo hacer otro tanto. ¡Que este acto de mortificación pueda obtener la resurrección espiritual a los que de entre ellos todavía no han salido del sepulcro del pecado, para vivir la vida de la gracia que Dios les ofrece todos los días!".
"Además de los consuelos que el corazón del sacerdote encuentra en la iglesia, hay mucho bien por hacer en las visitas a domicilio: yendo de una cabaña a otra, casi todas llenas de pobres infelices, que apenas se pueden arrastrar, teniendo a menudo los pies y las manos comidas por esta horrible enfermedad, y condenados a respirar un aire infectado. Ordinariamente escuchan con atención la palabra de salvación que se distribuye a cada uno según sus disposiciones…".
"Considero como causa principal de la obstinación de mis no convertidos mi poco buen fondo. A menudo me acuerdo de una comparación del Rvmo. Padre Eutimio, en nuestro último Retiro Espiritual: 'Después de haber predicado 4 ó 5 veces en un día, admiro el canal que parte de un depósito seco'. Pida y haga que pidan por mí y por mis queridos feligreses leprosos, para que Dios, llenando todos los días el depósito de mi corazón con sus gracias, pueda hacerlas fluir en los corazones de los que son mis hijos en Jesucristo…".
25-11-1873
(a su hermano Pánfilo desde Molokai)
"Te hago saber mi estado de salud después de 7 meses que estoy en el hospital. No te asustes de esta inscripción de soldado que, sin embargo, es verdadera. La divina Providencia se ha dignado escoger a tu indigno hermano para asistir a los pobres desgraciados atacados por la terrible enfermedad de la que a menudo ha hablado Él en el Evangelio: la lepra que probablemente no conoces más que de nombre. Esta enfermedad ha comenzado a extenderse por nuestro archipiélago desde hace unos 10 años de una manera espantosa. El gobierno se sintió obligado a excluir de la sociedad a todos los que estaban infectados. Han sido enviados todos estos pobres infelices a un rincón de la isla de Molokai, como a un exilio perpetuo, encerrados entre montañas infranqueables por un lado y por otro lado el mar".
"Este lugar tenía absolutamente necesidad de un sacerdote, pero esto no era cosa fácil. Toda comunicación estaba absolutamente prohibida, a no ser que uno se encerrara con ellos. Habiendo yo estado bajo el paño mortuorio el día de mis votos, creí que era un deber ofrecerme a su Excelencia, que no tuvo la crueldad (como él decía) de pedir un tal sacrificio. Por fin, el 10 de mayo último, el barco me dejó aquí con unos 50 leprosos que los soldados habían recogido en la isla de Hawaii".
"Allí encontré una bonita y pequeña capilla dedicada a Santa Filomena, pero eso era todo; no habiendo casa para protegerme, viví largo tiempo bajo un árbol por no querer dormir en las casas de los leprosos. Gracias a la caridad de los blancos de Honolulu, que vinieron en mi ayuda, tengo el gusto de contarte esto. Aunque no soy todavía leproso y con la ayuda milagrosa de Dios y de la Santísima Virgen, espero no serlo nunca, me hago sin embargo leproso con los leprosos. Cuando predico empleo la expresión: 'nosotros los leprosos'. ¡Ojalá pueda yo ganarlos a todos para Cristo, como hizo San Pablo!".
"La lepra es una enfermedad casi incurable. Empieza poco a poco por una corrupción en la sangre y se manifiesta con manchas negruzcas, primero en la piel, y sobre todo en la cara. En estas manchas no existe sensibilidad y en poco tiempo todo el cuerpo se cubre de ellas. Comienzan las llagas especialmente en las manos y en los pies. Los dedos de los pies y de las manos son casi comidos y exhalan un olor fétido. Su aliento también envenena el aire. Me ha costado mucho acostumbrarme. Un día en la misa mayor, estuve a punto de dejar el altar para respirar aire puro. El recuerdo de Nuestro Señor que abrió la tumba de Lázaro, me retuvo. Actualmente la delicadeza de mi olfato se ha acostumbrado. Entro en sus casas infectadas sin dificultad".
"No tengo más necesidad de que me envíen intenciones de misas, tengo más de las que puedo decir. Bien entendido que aquí hacemos todo gratis, Dios sabrá pagarnos bien, como antes a los Apóstoles. Si nuestro Señor me preguntara: (Lc. XXII, 35): 'Cuando os envié sin bolsa, sin alforjas, sin sandalias, ¿os faltó alguna cosa?'. Yo tendría que responder como ellos: Nihil Domine (Nada, Señor)''".
"Me fui y dejé al P. Fabián todo lo que tenía en Kohala. Aquí no tengo nada, ni un céntimo de renta, y sin embargo, "nada me falta", incluso doy más en limosnas que muchos curas en Bélgica. He aquí un misterio del que hay que pedir explicación a Aquel que ha prometido devolver el céntuplo de todo lo que se dejare por Él. Acabo de hacer la segunda capilla, a 2 millas de aquí, al otro lado del lazareto, que además de mi trabajo personal, como carpintero, me costó 1.500 Fr., poco más o menos, y no me quedan más que 25 Fr. de deuda. El bueno de San José es mi proveedor…".
"Hace algunos meses, el ministro del Interior me prohibió salir del exilio donde nuestros leprosos están secuestrados. Era, pues, un prisionero del Estado. Hoy, una comunicación del consulado francés me anuncia mi liberación. ¡Que Dios sea Bendito! Dedicándome al cuidado de nuestros queridos enfermos podré trabajar en la conversión de toda la isla, en la que no hubo jamás un sacerdote fijo. Reza y haz rezar para que el Señor se digne bendecir su misión. Necesitaría absolutamente otro sacerdote. Pero ¿dónde encontrarlo? Prepara, pues, jóvenes sacerdotes. Invito cordialmente a los estudiantes y novicios de Lovaina a que vengan a ayudarnos. La cosecha está madura".
25-11-1873
(a sus padres y hermanos)
"Mi mayor felicidad es servir al Señor en estos pobres hijos enfermos, rechazados por los demás hombres. Me esfuerzo por llevarlos a todos por el camino del cielo. Y a vosotros, mis queridos padres, hermanos y parientes, os hace falta marchar alegremente por este camino, a fin de que tengamos todos la felicidad de encontrarnos en el cielo. Los tesoros, las riquezas, aun la vida corporal, no son nada, si no tratamos de santificar nuestra alma. Rezad mucho por mí".
16-3-1874
(al P. Modesto, desde Kalawao)
"Considere bien, querido Padre, la situación de Kalawao; no es que yo tema el trabajo, al contrario, amo trabajar en las capillas, pero todavía más en la conversión de mis pobres leprosos. Mande y será obedecido".
11-6-1874
(al señor Arthur la Villadière Esq., desde Molokai)
"Teniendo entre la gente a un cierto número de cristianos selectos, les pediré que recen por el bienhechor desconocido y por su familia, y esté seguro, señor, de que Dios le recompensará con el céntuplo por la limosna que usted nos envía. Procuraré ofrecer a menudo la Sta. Misa por la intención indicada en su carta. Agradeciéndole en nombre de mis enfermos su generosidad, nos atrevemos aún a pedirle la limosna de sus oraciones...".
8-12-1874
(al P. Gabriel Germain, Ecónomo, desde Molokai)
"Sí, querido Padre, no he olvidado todo lo que ha hecho por mí, siendo novicio. Dios me guarda de dejarme llevar de una especie de vanidad por un cierto bien que Él se digna hacer por mi ministerio. Si se habla mucho de mí, tanto en los periódicos como en las iglesias, toda la gloria sea para el Autor y Ejecutor de todo bien. En cuanto a mí, desearía permanecer desconocido en la leprosería de Kalawao, donde me siento feliz y contento en medio de mis numerosos hijos enfermos. He logrado sobrepasar las delicadezas de la naturaleza, que detesta todo aquello que huele a lepra".
8-12-1874
(a su hermano el P. Pánfilo, desde Molokai)
"La muerte santa de nuestro querido padre, creo será más una ganancia que una pérdida, puesto que ahora tenemos a un intercesor más cerca del Padre Celeste. Tus frecuentes visitas durante su enfermedad y en el momento de su entierro me han consolado, al no poder abrazarlo por última vez. Reunido ya con nuestras 4 hermanas, sus hijas, en el paraíso, me gusta contemplar desde este país lejano el lugar de nuestro encuentro, donde nos esperan. Confío en que ningún miembro de la familia faltará. Inútil acariciar una esperanza vana de vernos sobre esta tierra de desterrados".
"Acabo de enterrar a uno de mis mejores cristianos, hijo de un testigo de la fe. También su muerte fue realmente edificante, ¡cómo deseaba ver el cielo! Repito a menudo como San Pablo: 'cupio dissolvi et esse cum Christo' ¡Cómo se reflejaba en su rostro su fe y su amor, cuando veía que llegaba el Señor, que yo le traía como Viático! Está enterrado a la sombra de una cruz grande que planté en el centro de nuestro nuevo cementerio, con cerca de otros 200 leprosos, muertos católicos desde hace año y medio. A pesar de tantos muertos, mi doble parroquia sigue aumentando con el nacimiento espiritual de muchos de ellos y con la llegada de nuevos enfermos ya católicos...".
8-12-1874
(a su familia, desde Molokai)
"Me ha dado mucha tristeza la noticia de la muerte de nuestro venerado padre. ¡Ay, los ha dejado! Espero que su alma goce ya de la felicidad del cielo en compañía de nuestras hermanas. Allí es donde tenemos que encontrarnos todos un día, y espero que ningún miembro de la familia falte a la llamada".
"Y usted, querida madre, ¿cómo está? ¿Se encuentra siempre valiente y con buena salud? Las lágrimas vertidas cerca de padre en su lecho de muerte la han, sin duda, debilitado un poco. ¡Ah! pero ¿por qué llorar tanto? ¿No está mucho mejor en el cielo que aquí en la tierra? Anhelemos todos la patria celeste y marchemos valientemente por el camino que allí conduce. Pienso que ya no tiene que ocuparse tanto de las cosas de la tierra. Ponga el cuidado de todo en manos de Gerardo y de Dorotea. El tiempo de su vejez estará mejor empleado si trabaja en la obra de su salvación y, si es posible, cuidando la educación cristiana de sus nietos".
"Aunque esta enfermedad sea contagiosa yo gozo siempre de buena salud y soy muy feliz en medio de estas infelices criaturas de Dios. Hago todo lo que está en mis manos para conducirlos por los caminos de la virtud y prepararlos a bien morir con una santa muerte".
"Durante el verano fui a trabajar durante de 4 meses fuera del hospital, como carpintero para la construcción de una nueva iglesia... No siento vergüenza de convertirme en obrero, albañil o carpintero cuando se trata de la gloria de Dios... La costumbre, contraída en casa, de ejercitarme en varios oficios me es aquí de gran utilidad".
17-12-1874
(al P. Marcelino Bousquet, desde Molokai)
"Acabo de recibir su amable Carta Circular y le agradezco de corazón los buenos consejos verdaderamente paternales que nos da. Con lágrimas ciertamente tengo el honor de sembrar la semilla divina en medio de mis pobres enfermos. Miserias, tanto morales como físicas, me deshacen el corazón, rodeándome desde la mañana hasta la noche. Intento, sin embargo, mostrarme siempre contento para levantar el ánimo de mis enfermos. Les muestro la muerte como el fin de sus miserias si quieren convertirse. También muchos ven aproximarse su último momento con resignación e incluso algunas veces con alegría. Durante este año he tenido el consuelo de ver morir, por lo menos unos cien, con muy buenas disposiciones…".
14-3-1876
(al P. Marcelino Bousquet, desde Molokai)
"Como usted está al corriente de nuestra manera de vivir aquí en la leprosería, esta vez no le diré más que un saludo de mi parte, haciéndole saber que continúo feliz y contento entre mis pobres leprosos, e incluso mi salud es hoy mejor que nunca. Noticias, no tengo. Vivo aquí en un mundo bastante monótono; todo va poco a poco, el bien como el mal. Sin embargo, el establecimiento está mucho más tranquilo que los años anteriores. Procuro ser amigo de todos: de los del gobierno como de los enfermos. No conozco más que un leproso que tiene algo contra mí; se trata de un ministro calvinista; un leproso comido por la envidia más que por la lepra. Se divierte publicando artículos contra mí en sus periódicos. Aunque oculta su nombre se sabe de dónde viene ello y yo no tengo necesidad de refutarlo... Le perdono de todo corazón. Que Dios le perdone igualmente por todo lo que hace contra el bien espiritual de tantas almas...".
"El P. Andrés tiene la costumbre de venir a confesarme cada dos meses. Creo que es deber mío informarle, como a nuestro primer superior, que ese buen Padre no está en su sitio aquí en Molokai, ni incluso en las islas Sandwich. Su manera de hacer y de hablar me han convencido de que no está apegado ni a su puesto, ni a esta misión, ni incluso a la Congregación. Yo, personalmente, me entiendo bastante bien con él. No se mete en mis ocupaciones y por prudencia yo no quiero meterme en las suyas. Le ruego se ponga de acuerdo con los superiores de aquí y le pido guarde secreto de mi observación...".
14-3-1876
(a su hermano Pánfilo, desde Kalawao)
"Trabajemos cada vez más por la salvación de las almas! Yo tengo aquí plena oportunidad de ejercer mi celo. El año pasado bauticé 80 leprosos, de los que muchos ya se han ido al cielo, como espero… Casi todos desean morir católicos. Hago todo lo que puedo por prepararlos bien. En este trabajo es donde encuentro mi mayor consuelo...".
15 Marzo 1876
(a Juan de Veuster y Leonardo Peeters, desde Kalawao, Molokai)
"Dios sea alabado por la semilla de celo y de sacrificio que ha depositado en vuestros jóvenes corazones. Guardad, os ruego, en vuestros corazones estos sentimientos de amor hacia los miembros que sufren de nuestro divino Maestro; (es decir, que debemos tener una gran compasión por los enfermos y en particular por los leprosos, que son especialmente los miembros adolorados de N.S.J.C.). Rechazad toda duda, toda desconfianza, y arrojaos, como un pequeño niño, en los brazos de Jesús y de María. El demonio procurará levantar olas más grandes que las que yo vi en el cabo de Hornos, para hacer perder la vocación de un joven apóstol. No temáis nada, queridos amigos, pues uno está seguro de llegar felizmente y tan lejos, siempre que uno no se separe de Dios apegándose a las cosas vanas de esta tierra. Ante todo, durante la tormenta el corazón debe permanecer en paz, pues la paz del corazón es un don particular de Dios para los que se dedican a su servicio. Por ello no dudéis entrar en una Congregación religiosa, pues mis 12 años de apostolado en misiones, me han enseñado que el primer deber de un misionero junto a los infieles, es el de estar totalmente entregado a una orden religiosa...".
"Dado que la misión entre los leprosos supera otras misiones en dificultades y en peligros, si Dios os da una más fácil, no tendréis que quejaros. Por ello os espero a los dos en Molokai, o bien a uno u otro. Cuento con vuestro espíritu de sacrificio cuando el Señor quiera hacerme el regalo de esta lepra terrible o de cualquier otra enfermedad...".
"Los que aquí mueren, mueren casi todos católicos. Mientras que el templo protestante se vacía cada día un poco más, nosotros no disminuimos. Explíqueme este fenómeno. Meditemos a menudo lo que el Señor ha hecho por la salvación de una sola alma y sabremos lo que tendremos que hacer para sacar a centenares del camino del vicio. Recordemos que J.C, misionero divino, ha precedido sus predicaciones con la penitencia y la oración. Por ello, queridos jóvenes, comenzad vuestro apostolado muriendo a vosotros mismos y rezad por los pecadores y en particular por los leprosos...".
15-3-1876
(a su Familia, desde Kalawao, Molokai)
"Perdonad por no haber respondido enseguida a vuestras cartas del 10 de mayo… Estaba algo descontento por haber visto mi carta precedente impresa en los 'Annales'. Sabed, de una vez para siempre, que no me gusta eso. Desearía permanecer desconocido para el mundo, y he aquí que por algunas cartas mías se habla de mí por todas partes en América…".
"¡Pobre madre!…, Dios quiere enseñarnos a no apegar nuestro corazón a las cosas de este bajo mundo. Recuerde a menudo que esto no es más que un destierro, y que aquellos que mueren en el Señor son más felices que usted y que yo aquí abajo. A veces envidio a mis pobres hijos enfermos, cuando les administro los últimos sacramentos y cuando los entierro…".
"Continuad despacio como nuestro querido padre y ante todo sed buenos cristianos, pues en fin ¿para qué ser ricos en el mundo y después condenarse eternamente? Teniendo al P. Pánfilo tan cerca, que me han dicho que es un gran misionero de Bélgica, no quiero predicaros. Sirvamos a Dios bondadoso lo mejor que podamos, cada uno según su vocación... Digo a menudo la santa misa para que Dios bondadoso se digne bendecir todos los miembros de la familia, todavía vivos, y por aquellos que ya han muerto… Adiós, querida madre y queridos hermanos. Rezad por mí…".
Abril 1877
(a su Familia, desde Molokai)
"Usted, querida madre no se entristezca por todas estas cosas temporales. Cuanto más desapegada esté de los bienes de la tierra y de sus preocupaciones, tanto más sentirá en el corazón, que Nuestro Señor es el verdadero tesoro para sus fieles. Dirija todos sus deseos hacia el cielo y trabaje con gran ánimo para conseguir una morada eterna …".
"¡Ah!, madre y hermanos, vivamos todos como buenos cristianos con la esperanza de encontrarnos un día en el cielo. Recen todos los días por su hijo y hermano…".
25-2-1878
(al P. Modesto, Provincial, desde Kalawao)
"La salud buena, el corazón un poco frío...".
21-12-1878
(al P. Modesto, Provincial, desde Kalawao)
"Mi gran pena, durante todo el tiempo vivido este año, es la de ver a mi único compañero (Andrés) alejarse cada vez más de la Congregación y también de la misión, de sus superiores y de su compañero… Oloha ia Parakiko a me na mea a pran." (hasta vernos en el Paraíso)".
4-2-1879
(al P. Marcelino Bousquet, desde Kalawao)
"Yo sigo estando siempre feliz y contento entre mis queridos leprosos de Molokai. Mi salud es muy buena y los síntomas de la enfermedad han desaparecido. La experiencia de seis años me ha hecho ver que no en vano he puesto mi salud bajo la protección de los SS. Corazones para quedar preservado de esta terrible enfermedad, contagiosa, que me rodea. El ministerio entre los enfermos continúa bien…".
Febrero 1879
(a su hermano el P. Pánfilo)
"Gracias a Dios, mi salud es buena, y soy muy feliz de poder ayudar y consolar a esta pobre gente, desgraciada y desterrada. Nuestras dos iglesias continúan llenándose bien, y es consolador ver a estos pobres, abandonados por la sociedad, buscar su salvación para la vida futura en nuestra santa fe".
31-1-1880
(a su hermano el P. Pánfilo, desde Kalawao, Molokai)
"He aquí ya casi 7 años que vivo entre los leprosos. Durante este largo espacio de tiempo he tenido la ocasión de ver muy de cerca, y casi tocar con los dedos, la miseria humana en todo aquello que tiene de más horroroso. La mitad de nuestra gente son como cadáveres vivientes, a los que los gusanos comienzan ya a devorar, primero por el interior y después por el exterior, formando llagas repelentes, que raramente se curan. En cuanto al olor figúrate el 'jam foetet' de la tumba de Lázaro…".
"Como el cementerio, la iglesia y el presbiterio no forman más que una parcela, durante la noche yo soy el guardián de este bonito jardín de muertos, todos hijos espirituales míos. Encuentro mis delicias rezando allí mi rosario y meditando sobre la felicidad eterna, de la que ya gozan gran número de ellos, sobre la desgracia eterna de algunos que no han querido obedecerme, y sobre el sufrimiento del Purgatorio….".
"Yo te aseguro, querido hermano, que el cementerio y la caja de mis muertos son mis mejores libros de meditación, tanto para alimentar mi propio corazón, como para preparar mis pláticas...".
"La mayoría de los niños leprosos son católicos. Actualmente no sentimos mucha oposición por el lado de los protestantes, que se preocupan muy poco de sus adeptos leprosos. En cambio ocurre todo lo contrario en los lugares que visito fuera de la leprosería para los que necesitaría un buen sacerdote, lleno de celo y de paciencia. ¿Dónde están, pues, nuestros jóvenes compatriotas de corazón generoso, para venir a nuestro campo de batalla, a llenar los huecos que la muerte y la vejez dejan en nuestras filas? Nuestra misión, muy bien establecida en Sandwich, sufre de falta de sacerdotes y es el momento de pedir al dueño de la mies que envíe nuevos trabajadores ".
30-31 Enero 1880
(a su Familia, desde Kalawao, Molokai)
"A usted, querida madre, que Dios la recompense, incluso en este mundo, por la ofrenda de sus 4 hijos a la vida religiosa y eclesiástica. ¡Qué satisfacción sentimos todos viendo a los hijos de Leoncio y de Gerardo que crecen con tan buenas disposiciones…!".
"He tenido más de 200 muertos en un año. Todos los que vienen aquí tienen una enfermedad incurable. De mis feligreses de 1873 hay muy pocos que viven en este momento. A menudo predico sobre la brevedad de la vida y sobre la necesidad de estar siempre preparados para tener una santa muerte".
"Mi salud aún es excelente y nunca he tenido un motivo para quejarme de la vocación a la que la Divina Providencia me ha destinado. Estoy muy contento de poder seguir dándome a los leprosos y no tengo otro deseo en este mundo. Sin embargo, hay que estar siempre sumiso a la voluntad de los superiores por lo que no les puedo decir por cuánto tiempo estaré aquí. Espero que esto sea para toda la vida".
"Muy querida madre, queridos hermanos y parientes, perseveremos siempre por el buen camino y recemos unos por otros para estar juntos un día con Dios, la Santísima Virgen y los Santos en el cielo. Que nadie de toda la familia tenga miedo o sea negligente para ir a menudo a confesarse…".
Octubre 1881
(a la Princesa Regente Liliuokalani (hawaiana)
"En cuanto a mi misión de Kalawao, doy a Su Alteza Real y al honorable Comité de Sanidad mi palabra de Caballero-Comendador de la Orden de Kalakaua, que consagraré siempre mis fuerzas al bien espiritual y temporal de los infortunados leprosos… Con todo mi agradecimiento por vuestra bondad para conmigo".
6-12-1881
(a Monseñor H. Köckemann, desde Kalawao)
"Los pequeños embrollos del buen P. Regis, junto con los de mi compañero, me dan ocasión de ejercitar mi paciencia, pero tengo el carácter muy vivo si me incitan demasiado".
13-12-1881
(parte de una carta a su hermano)
"Por este pequeño relato puedes ver, querido hermano, que en la isla de Molokai no falta trabajo para el misionero, y que nuestro divino Salvador sabe otorgar a sus servidores, en medio de nuestras fatigas y de nuestras penas, dulces y suaves consuelos, que no se pueden describir. ¡Que no me haga yo indigno de ellos!".
"Como temporalmente era yo el solo sacerdote que había en la isla de Molokai, he tenido que tomar por confesor a Dios Padre, nuestro Señor, residente habitualmente en el tabernáculo. He aquí, querido hermano, cómo al pie del altar encuentro la fuerza necesaria en mi soledad. Ahí también es donde me encuentro todos los días contigo y con todos los buenos Padres de nuestra querida Congregación…".
"Sin el Santísimo Sacramente una posición como la mía no sería soportable. Pero teniendo a nuestro Señor a mi lado, he ahí que continúo siempre alegre y contento. Y con esta alegría en el corazón y la sonrisa en los labios, se trabaja con celo para el bien de los pobres infelices leprosos, y poco a poco, sin demasiado ruido, se hace el bien…".
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31-12-1881
(a Monseñor H. Köckemann, Obispo d'Olba)
"Muchas gracias por su explicación de la palabra 'toda responsabilidad'. Eso me satisface y le aseguro que cedería muy contento una parte de ella. En cuanto a la imposibilidad de un acuerdo cordial no será por mi parte. No pretendo nada y quiero ceder en todo".
15-5-1882
(a Monseñor H. Köckemann, desde Molokai)
"Os renuevo aquí, Monseñor, mi gran deseo de vivir en unión con mi compañero, a pesar de que no es cosa fácil. Después de que él se ha establecido como maestro en Kalaupapa, donde mi trabajo como carpintero está aún por acabar, he tenido que ejercitar mi paciencia durante el trabajo. Espero la intervención de los legisladores, con respecto a los leprosos, para pediros sacarme de la isla de Molokai. Ora pro me atque pro nobis…".
"Me tomo la libertad de exponer a vuestra Excelencia los motivos (ocultos en mi corazón de sacerdote) que me han llevado a obrar en el ministerio, del que el P. Alberto se ha escandalizado tanto, y la autoridad religiosa acaba de prohibirme…. Si mi conducta os desagrada, y siendo mal visto aquí por el P. Alberto, dejaré voluntariamente la isla de Molokai, si ello es la voluntad de Dios. Su muy humilde servidor…".



31-8-1882
(a Monseñor H. Köckemann, desde Kalawao)
"Si usted no trabaja por suavizar el temperamento insoportable del P. Alberto, me verán muy pronto por ahí, aun sin obediencia. Yo no quiero vivir más en guerra con los hermanos que la Congregación me ha dado en Molokai".
18-1-1883
(a su hermano Pánfilo, desde Kalawao, Molokai)
"Los periódicos de esta semana citan mi nombre como prueba de que no se debe alarmar uno tanto por ver leprosos en nuestras pequeñas aldeas. No hay peligro de contraer esta enfermedad viviendo en su cercanía. Eso es lo que esos señores juzgan de lo que ellos ven desde el exterior, sin comprender que Dios tiene un cuidado especial de aquellos que se dedican en su nombre al servicio de los desafortunados…".
"Por mi parte, después de mi llegada a la leprosería, he confiado a Nuestro Señor, a su Santísima Madre y a San José, el cuidado de mi salud. A ellos les toca protegerme de esta terrible enfermedad, cosa que han hecho hasta ahora, y aún, en cuanto a lo físico, repito a menudo en medio de los peligros que me rodean: "En Ti, Señor, he esperado, no sea confundido para siempre", Pau ia!".
18-1-1883
(a su hermano Pánfilo, desde Kalawao, Molokai)
"9 de enero.- Lunes, vuelvo a la leprosería donde todo el mundo está lleno de júbilo al verme. ¡Cuántas noticias he tenido que contar a mis leprosos! Emprendo de nuevo mis ocupaciones ordinarias encomendando a mis enfermos y a mí a sus oraciones".
22-2-1883
(a Monseñor H. Köckemann, desde Kalawao)
"Habiendo tenido cuenta siempre de la susceptibilidad de mi querido Hermano, y conformándome lo más posible a su manera de ver, le dejo que justifique delante de Dios y delante de su Obispo sus prejuicios y sus desconfianzas contra mí. ¿Por qué atribuye como motivo de amor propio todo lo que hago para el honor y el bien de la misión? Miro siempre el cuerpo al que tengo el honor de pertenecer y de ninguna manera a este miserable yo".
"Si se me alaba públicamente, lo acepto por el honor de la misión, pero no por el mío".
Febrero 1883
(a su Familia)
"Querida madre, tenga mucho ánimo en la vejez. A medida que pasan los años, ponga cada vez más su confianza en Dios y dirija todos sus deseos a alcanzar la corona eterna. Aunque el trabajo es alegría, quiero aconsejarle que no se preocupe demasiado de las cosas temporales. Deje eso para los más jóvenes, usted ha trabajado mucho tiempo. Viva un poco en pensión".


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